Rococó
Aunque el origen del término es despectivo, pretendiendo ridiculizar la retorcida decoración de rocailles y coquilles propia del también denominado estilo Luis XVI, al igual que con el manierismo, el rococó se terminó por definir como un estilo autónomo, y al igual que a aquél, una exposición organizada por el Consejo de Europa le otorgó definitivamente el prestigio historiográfico (Múnich, 1958).44
A lo largo de los dos primeros tercios del siglo XVIII, los palacios que se levantaron a imitación de Versalles por toda Europa a mayor gloria de las monarquías absolutas en proceso de convertirse en despotismos ilustrados (Palacio Real de Madrid y La Granja en España, Palacio de Invierno y Palacio de Catalina en San Petersburgo, Schönbrunn en Viena, Sanssouci en Prusia, Zwinger de Dresde, Ludwigsburg en Württemberg, Amalienborg en Copenhague, Caserta en Nápoles ―en Inglaterra no hubo palacios versallescos, el más importante de los edificios del siglo XVIII fue el Palacio de Blenheim de John Vanbrugh, prolongación del barroco clasicista inglés y anticipador del neoclasicismo―45 ) llenaron sus espacios interiores con un arte intimista, privado e incluso secreto, de gran sensualidad, representado en la pintura francesa por Watteau, Maurice Quentin de La Tour, Boucher y Fragonard; y en el exquisito cuidado puesto en la confección e instalación de porcelanas (la gran novedad tecnológica de la época, que ocupó a algunos de los mejores escultores: Meissen ―Johann Joachim Kändler―, Augarten,Nymphenburg ―Franz Anton Bustelli―, Berlín, Vincennes,46 Sèvres ―Étienne-Maurice Falconet―,47 Lomonosov,48 Chelsea,49 Buen Retiro, Alcora,50 etc.), cristales (La Granja), relojes (Real Fábrica de Relojes), muebles, etc. El estuco pasó a ser un material muy utilizado para la confección de complejos espacios arquitectónico-escultóricos (Giacomo Serpotta); mientras que el pastel en pintura (Chardin) y la terracota en escultura (Clodion) se convirtieron en las técnicas preferidas para el consumo de un gran mercado demandante de piezas pequeñas y elegantes. Los vedutisti italianos, sobre todo los venecianos Canaletto yGuardi, se vieron estimulados por la continua demanda de los primeros turistas aristocráticos que recorrían el circuito artístico europeo (el Grand Tour).
Al mismo tiempo, en entornos más públicos, la pintura inglesa realizaba propuestas estéticas semejantes con las conversation pieces y la pintura satírica de Hogarth(que también reflexionó teóricamente sobre La curva de la belleza predominante en el arte rococó -la serpentine, serpentinata o sigmoidea-),51 la elegante despreocupación de los retratos y paisajes de Gainsborough; la prolongación en el tiempo del denominado alto barroco alemán descomponía los espacios interiores de las iglesias (púlpitos, altares, pilares, bóvedas) haciendo que la extravagante decoración se convirtiera en el único elemento estructural visible;52mientras que el churrigueresco español retorcía la fantasía barroca hasta el límite y Salzillo continuaba la tradición imaginera. Los cartones de Goya, a pesar de su datación en la segunda mitad del siglo, se incluyen en un gusto artístico semejante al rococó, muestra de su pervivencia en un momento en que la crisis del Antiguo Régimen enfrentaba ese gusto aristocrático con la racionalidad y sobriedad burguesa que se imponía en la Revolución francesa (1789).
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